Soy Montse y soy anorgásmica, tengo solución?
Por Manuel Fló
Tengo 30 años y soy anorgásmica. Tuve mi primera relación sexual coital a los 19 años y, desde esa edad hasta los 22, sólo tuve otros 5 encuentros sexuales bastante pobres: con chicos igual o más inexpertos que yo, o en condiciones poco propicias para practicar sexo con tranquilidad. Yo sabía que nunca había tenido un orgasmo, pero como no había sentido la necesidad de masturbarme y era consciente de que mi experiencia a nivel sexual era bastante escasa, no le daba importancia. Había leído en las revistas femeninas que las mujeres tienen cierta dificultad para alcanzar el orgasmo, por lo que pensé que entraba dentro de la normalidad. A los 22 años empecé a salir con un chico. Pensé que si mantenía relaciones con él periódicamente, en un clima de intimidad, cariño y confianza, el orgasmo llegaría. Pero fui muy impaciente. Muy muy impaciente. A las 2 o 3 semanas le dije muy preocupada que nunca había tenido un orgasmo. “¿Conmigo o con nadie?” “Con nadie”. Entonces él de alguna manera se despreocupó porque el problema no era suyo. Seguimos juntos casi 2 años, y el problema fue haciéndose cada vez mayor. Ya no sólo era la anorgasmia; el complejo por sufrirla y la frustración por no conseguir el orgasmo aumentaba exponencialmente en cada coito. Conseguimos una compenetración increíble: cuando él eyaculaba, yo rompía a llorar. Siempre. Eso sí que es construir un trauma con esmero, ¡repetir el mismo comportamiento frustrante e insano durante dos años! Ahora lo pienso y no sé cómo aguanté todo ese tiempo. En realidad sí que lo sé; los motivos se llaman vergüenza e inexperiencia. Fue a los 25 cuando, de una manera bastante casual, comenté a algunas personas mi problema. Empecé a leer libros sobre sexualidad y anorgasmia, empecé a tocarme, a ver vídeos… Pero mi relación con el sexo seguía siendo muy frustrante. Empezaba a masturbarme y cuando pasaba un tiempo me impacientaba y oía en mi cabeza “¿Ves? Otra vez que no lo has conseguido”. Y así iba sumando derrotas. Fui capaz de comentarle a algunos chicos con los que me acostaba de manera esporádica que nunca había tenido un orgasmo. Para mí era un momento horroroso. Me parecía que contar algo así era algo malo, malísimo, como si les estuviese contando que era una asesina en serie, o que tenía una enfermedad mortal y contagiosa. Lloraba incontroladamente. Era incapaz de hablar del tema sin derramar lágrimas. De hecho, aún ahora al recordarlo se me hace un nudo en la garganta. La reacción de ellos siempre fue positiva, querían ayudarme en mi búsqueda del orgasmo. Pero para mí era, y sigue siéndolo en gran manera, un enorme tabú. Es más, aparte de a mis compañeros de cama, mi mejor amigo, y un par de personas que no pertenecen a mi círculo más cercano, ninguna de mis amigas, ni las más íntimas, lo sabe. Tampoco mi familia. Me imagino su reacción al saberlo, sintiendo compasión por mí, por todo lo que me estoy perdiendo, y me dan ganas de llorar. Lo curioso es que algunas de ellas también serán anorgásmicas, pero el problema es que es un tema del que no se habla. Claro que hablo con mis amigas de sexo, pero cuando entra en la conversación el orgasmo, el ambiente se enrarece. Las estadísticas dicen que entre un 10% y un 20% de las mujeres no tienen orgasmos. O sea, que de cada 10 amigas mías, 1 o 2 deben de estar en la misma situación que yo. Pero no lo sabemos. Porque no se habla de esto. Por fin, con 27 años, me decidí a ir a un terapeuta sexual, a la consulta de Manuel Flo. Desde el principio me sentí muy cómoda, a pesar de estar hablando de temas muy íntimos. Los avances han sido muy positivos. Evidentemente cuando vas a la consulta de un psicólogo, aunque vayas por un tema muy concreto, siempre acaban saliendo otros temas, porque vas hurgando en tu interior y todo está interconectado. En todo este tiempo he hecho ejercicios de autoexploración, de masturbación, he conocido mejor mi cuerpo, me he familiarizado con él, he descubierto qué me gusta y cómo me gusta. He leído libros, informes, blogs, he visto películas, documentales. Ahora tengo mucha más información y experiencia que la mayoría de las chicas/mujeres en todo lo que concierne al cuerpo femenino y la búsqueda de placer. Acabo de darme cuenta de que, después de más de 700 palabras escritas, es la primera vez que aparece la palabra placer estando hablando de orgasmos, ¡esto hay que aclararlo! Hay que aclarar que nunca he tenido un orgasmo en mi vida, pero he sentido mucho placer. Es más, analizando en consulta lo que siento ahora durante una relación sexual, hemos determinado que, si para alcanzar el orgasmo el cuerpo va experimentando un aumento del placer que formaría una curva ascendente de 0 (calma) a 100 (orgasmo=clímax), yo me quedo probablemente entre un 95 y un 99. Disfruto en la cama. La anorgasmia no es, para nada (al menos en mi caso), sinónimo de inapetencia sexual ni frigidez. Nunca me ha limitado a la hora de ligar, de querer acostarme con un chico, de probar cosas nuevas. Con todo lo que he leído y experimentado para combatir el problema de la anorgasmia, tengo abiertas puertas que otras mujeres tendrán cerradas. Mis compañeros sexuales me dicen (tanto los que conocen mi anorgasmia como los que no) que soy una buena amante. Soy deshinibida, curiosa, generosa. Me gusta hacer y que me hagan, ¡me gusta el sexo! Es obvio que para llegar a este punto las horas de terapia han sido decisivas. Sí, soy anorgásmica, pero ahora el problema únicamente se basa en no llegar al clímax, esa sensación de placer absoluto, ese estallido de sensaciones que desconozco pero del que todos hablan y adoran. Y digo únicamente porque hemos conseguido eliminar el complejo, la frustración y la mala práxis de ir a la cama buscando un orgasmo. Ahora voy a la cama (ya sea sola o en compañía) buscando placer, y os aseguro que lo encuentro. Mentiría si dijera que vivo mi anorgasmia con naturalidad. Aparte del enfoque personal, que considero muy trabajado, hay un enfoque social que es difícil de cambiar, y menos en soledad porque, como he comentado, de la anorgasmia no se habla de forma abierta, sigue siendo un tabú. Si la lectura de este caso sirve para que otras mujeres se sientan identificadas o menos solas, ¡me sentiré muy alegre! Me encantaría poder hablar con otras mujeres sobre cómo lo viven ellas. Si quieres, ¡mándame un email! De hecho, he empezado un blog. Una vez leí en un artículo que el término “anorgásmica” es incorrecto, que sería más adecuado usar “preorgásmica”. Me gusta este término, significa que eres una mujer que no ha tenido un orgasmo AÚN. Así que prefiero pensar que soy una mujer preorgásmica. No sé si tardará mucho o poco en llegar ese momento, o ni siquiera si llegará, pero, mientras tanto, disfruto de mi vida sexual todo lo que puedo. Fdo: una preorgásmica
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