No disfruto del sexo con mi pareja...
Por Manuel Fló
Mi nombre es Ana, tengo 29 años; hace 8 que tengo pareja estable y 3
que vivo con él. Decidí acudir a un sexólogo porque hace unos meses mi
novio y yo empezamos a pensar en casarnos, y entonces, a pesar de
quererlo muchísimo y estar muy enamorada, me invadieron un montón de
dudas e inseguridades porque hacía bastante tiempo que no disfrutaba del
sexo con él. Al principio pensé que sería algo pasajero, pero mi deseo
fue decreciendo hasta tal punto que sólo teníamos relaciones sexuales de
forma muy esporádica. Pasó el tiempo y, en vez de afrontarlo, arrinconé
el “problema” e intenté ignorarlo porque por lo demás nuestra relación
era muy buena. Me resigné a disfrutar del sexo masturbándome. No lo
comenté con nadie, me daba reparo hablarlo con mis amigas o mi familia.
Pero cuando comenzamos a hacer planes de futuro me dí cuenta de que era
el momento de pedir ayuda, porque no me imaginaba el resto de mi vida a
su lado sin conseguir excitarme cada vez que hacíamos el amor.
Cuando tomé la decisión de acudir a mi actual terapeuta, al principio
pensé que me costaría hablar de este tema con un extraño. Pero desde el
principio me sentí muy cómoda porque el trato fue muy natural y
relajado, y a medida que avanzaba el tratamiento, mi confianza fue
aumentando.
Tengo que confesar que después de tanto tiempo de no disfrutar del sexo
en pareja, me había planteado que tal vez mi problema no tendría
solución, y si la tenía sería larga y difícil. Pero para mi sorpresa,
¡no fue así! En menos de tres meses siguiendo los consejos del
psicólogo, he conseguido volver a gozar del sexo con mi novio (y futuro
marido, ¡vamos a casarnos!), he recuperado el deseo sexual, y estamos
experimentando cosas nuevas… Además, trabajamos mi autoestima y ahora me
siento mucho mejor conmigo misma: más sexy, segura y feliz. Puedo
hablar de sexo de una forma más abierta con los demás. ¡Ojala hubiese
acudido antes a un terapeuta! Si tu caso es parecido al mío te animo a
que te decidas a pedir ayuda profesional. Seguro que descubres, como yo,
que tu problema no es tan “raro” y que la solución es más sencilla de
lo que imaginas…
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