Manías y conductas compulsivas: ¿cuándo consultar con el psicólogo?
Por Manuel Fló
¿Os habéis fijado alguna vez en el ritual de gestos que tiene el tenista Rafa Nadal antes de un partido o antes de sacar? La forma de colocar las botellas de agua, siguiendo un orden estricto, o los gestos que realiza antes de poner la bola en juego son un buen ejemplo de un comportamiento maniático que podría ser compulsivo, aunque el mallorquín ha defendido que forma parte de su ritual para concentrarse.
No se trataría de simples tics nerviosos, ya que estos son movimientos repetitivos y de corta duración, pero involuntarios. No sería este caso, ya que aunque seguramente los gestos de Nadal ya están tan asumidos que los realiza de forma casi mecánica, sí que son voluntarios, para prepararse y concentrarse antes de sacar.
En cambio, este comportamiento podría corresponderse más bien a un trastorno obsesivo compulsivo (TOC). Se trata de acciones u operaciones mentales que el individuo repite de forma excesiva o irracional, teóricamente para evitar un pensamiento obsesivo o para seguir ciertas reglas autoimpuestas, con el fin de prevenir alguna situación considerada negativa.
Soy de la opinión de que la mayoría de las personas tienen algún TOC, en mayor o menor medida. El problema surge cuando estos comportamientos metódicos interfieren seriamente en el ritmo de la vida del sujeto, en las actividades cotidianas. En los casos más acentuados, una persona puede entrar en bucle y repetir la misma acción maniática, sin poder avanzar y pasar a otra tarea. Al final del día, la repetición y frecuencia de estas conductas suponen una importante cantidad de tiempo perdido.
Las compulsiones pueden ser variadas. Pueden ser comportamientos o actos mentales que el individuo se siente obligado a realizar y repetir, por ejemplo por un exceso de perfeccionismo o de control: poner en orden objetos, lavarse las manos, comprobar repetidamente las tareas realizadas, contar, repetir palabras…
Las personas que padecen este trastorno suelen ser conscientes de ello, y reconocen que son conductas excesivas e irracionales, pero se sienten obligados a hacerlo para evitar un sentimiento o una situación negativas, para tener controlada su vida… En su opinión, es un problema que deberían superar, pero el mismo intento de evitar esos gestos puede convertirse en otro trastorno compulsivo… Piensan que lo pueden controlar, que no interfiere en su vida y que no pasa nada por repetir algunas acciones… Y con estas excusas dejan pasar el tiempo antes de buscar ayuda psicológica.
Si te has sentido identificado al leer estas líneas, quizá es el momento de que llames a nuestro psicólogo en Barcelona.
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