¿Cómo volver a enamorarse tras una ruptura?
Por Manuel Fló
Antes que nada, aclaremos un punto: detrás de una infidelidad hay un problema de pareja, un asunto no resuelto que suele provocar la huida de él o ella hacia otra persona, una infidelidad, una aventura, un flirteo, un o una amante, una distracción. Es una vía de escape ante el problema, y evidentemente es responsable de la infidelidad, pero las culpas no deberían recaer sólo en él o ella. Una pareja la forman dos personas, y tanto la persona infiel como la persona engañada deben analizar qué ha pasado antes de ese desliz. En general, en el problema original las responsabilidades se reparten bastante. Si la pareja quiere superarlo, es importante ponerse en manos de un profesional, un psicólogo especializado en terapia de pareja, para tratar el problema desde su origen, antes de que las cosas se compliquen demasiado.
Cuando no ha sido ése el caso, cuando la pareja no ha sabido detectar el problema y resolverlo (con ayuda de un psicólogo o sexólogo especialista en crisis de pareja o no), cuando se llega a la ruptura, normalmente se dan dos situaciones algo contrapuestas: uno de los dos sobrevive más o menos bien, porque ya tiene el apoyo de otra persona, y el otro, el engañado, es el que más sufre. Generalizando mucho, ¿vale?
Pues bien, hoy nos centramos en esa persona que se queda sola. Primero tiene que asimilar la infidelidad, pero también darse cuenta de que las culpas son normalmente compartidas. Luego, hay un largo proceso de duelo por la pérdida de esa persona amada, un proceso que incluye varias etapas, desde el enfado y la rabia, a la melancolía y el deseo de recuperar a esa persona. Entre medio, varios estados de ánimo más, incluyendo el odio hacia la otra persona y hacia uno mismo, la falta de autoestima, la depresión… Es un proceso largo y doloroso, pero el tiempo lo suele curar todo, y un día esa persona ha superado la ruptura y está dispuesta a volver a buscar a otra persona con la que compartir la vida (con ciertos miedos obvios).
Claro que… el querer no siempre es poder. El buscar no significa encontrar. Y mira que hoy las formas de conocer a otra persona se han ampliado considerablemente, si lo comparamos con hace unas décadas. Los portales de citas online, que te permiten elegir a la persona supuestamente correcta siguiendo las opciones de un largo cuestionario, o las aplicaciones móviles, en que la búsqueda es algo más superficial, han abierto puertas a las expectativas. Conozco personas que se han conocido por estos métodos, que se han casado y que son felices, pero todos sabemos que es muy difícil congeniar con una persona que ha rellenado la ficha de presentación para venderse de la mejor forma posible. ¿O no harías tú lo mismo?
Soy partidario de la forma tradicional, del conocerse en persona, del dejarse guiar por amigos, del “te presento a una persona que te gustará”. Es caminar sobre terreno algo más seguro, y la seguridad es muy importante para alguien que ha pasado por una ruptura amorosa.
Aun así, aunque nuestro amigo encuentre a su nueva media naranja, costará volver a enamorarse. Por los miedos, por las inseguridades, porque la vida es muy complicada. Como sexólogo, sólo puedo aconsejar dejarse llevar, sin mirar atrás, sin mirar hacia delante. Si tiene que ocurrir, pasará. Que la cosa fluya.
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