Estrés
Estrés
Esta respuesta tiene tres fases, la fase de alarma en la que se movilizan las defensas del organismo (se pone en marcha el eje hormonal hipotálamo-hipófisis-suprarrenal); la fase de adaptación, en la que el organismo se acopla y las hormonas liberadas (corticoides) vuelven a la normalidad. Si la adaptación no se produce y el agente estresante sigue actuando se entra en la fase de agotamiento, que, a la larga, puede provocar la muerte.
Partiendo de la sensación de amenaza, existen reacciones o respuestas de estrés que se manifiestan en cuatro aspectos:
- Descripciones verbales de las alteraciones emocionales acompañantes: la persona estresada suele explicar su estado de ánimo como "estoy nervioso", "triste", "irritado", "me encuentro mal", "ya no puedo más"...
- Modificaciones de la actividad cognitiva: el estrés puede mejorar el rendimiento cognitivo al elevar la atención y el nivel de conciencia. Pero lo más frecuente es que ante esta situación prolongada se empeore todo tipo de actividad intelectual, razonamiento, juicio, relaciones sociales...
- Conductas motoras específicas que van desde el temblor a la rigidez muscular, las expresiones de la cara o el cambio de trabajo o lugar de residencia.
- Modificaciones fisiológicas: toda la estructura neuroendocrina sufre alteraciones, la producción de insulina, se facilitan las úlceras gastroduodenales, se provocan pérdidas de calcio de los huesos, irregularidades menstruales e inducción a la hipertensión. El sistema nervioso vegetativo responde alterando la tensión arterial, las hormonas sexuales y tiroideas entre otras cosas.
¿Cómo afrontar el estrés?
Prácticamente, todas las personas, cada una en su medio, se encuentran sometidas al estrés, unos se defienden adecuadamente y otros se vienen abajo. Para afrontarlo hay que estructurar todo un plan que se apoya en las siguientes medidas:
- Actitud psicológica: en todo momento hay que conocer aquello a lo que uno se enfrenta, las exigencias que le impone y las posibles consecuencias. Valorar las propias aptitudes a la hora de seleccionar el modo de vida y las actividades. Conviene prepararse para cada situación esperando de ella lo que va a traer consigo, ni más ni menos.
- Mantener una vida sana desde el punto de vista de la higiénico, dietético y físico: llevar una dieta equilibrada y completa (que contenga todos los principios inmediatos y cubrir las necesidades del organismo); evitar el tabaco, el café y el alcohol, y realizar ejercicio físico con regularidad, son puntos básicos para mantener la forma física y evitar la sobrecarga de las tensiones estresantes.
- Técnicas de relajación: son sumamente eficaces; hay que aprenderlas con un técnico, pero luego el sujeto puede ponerlas en marcha por sí mismo apenas las necesite.
- Mantener una situación afectiva estable y satisfactoria es básico para afrontar el estrés. El estar encajado afectivamente, tener amigos, llevarse bien con los otros, y, a fin de cuentas, tener un apoyo social es imprescindible.
- Organizar el trabajo y el resto de la actividad de modo que el consumo y recuperación de energía esté controlado.
Otros consejos útiles son:
- Dedicar diariamente un tiempo a las propias aficiones: leer, escuchar música, pasear, ir al cine...
- Mantener una comunicación regular y diaria con otras personas
- Programar actividades sin agobios, no hacer más de una cosa a la vez y no empezar una nueva hasta no haber acabado la anterior.
- Evitar las responsabilidades excesivas y no querer abarcar más de lo que se puede.
- Aprender a tomarse un tiempo para cada cosa.
- Tener en cuenta que nada es definitivo ni irremplazable, todo puede ser y todo se puede hacer.
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